Título Original: El hombre de los ojos rayados © 2014.
Autor: Akasha Valentine.
Género: Microrrelato/Narrativa/Misterio.
Idioma: Castellano.
Volumen: Único.
Ilustrador: Akasha Valentine - 2014.
Corrector: José Antonio.
Editor: Akasha Valentine.
Fecha de publicación: 24/02/2014.
EL HOMBRE DE LOS OJOS RAYADOS POR AKASHA VALENTINE.
El silencio y la obediencia se habían vuelto una práctica habitual en casa. Y la rutina diaria no era una vía de escape para una niña como yo a punto de entrar en la adolescencia. Todos los días eran iguales, y pocos eran los sobresaltos que irrumpían en nuestras vidas. Madre y yo hacíamos siempre lo mismo, a la misma hora cada día de la semana. Los domingos eran excepcionalmente un alivio para mí, porque ese día después de misa íbamos a visitar la tumba de padre, quién meses antes de mi nacimiento se había alejado de nuestro lado ahogándonos en deudas y sumiéndonos en la más absoluta pobreza. Siempre seguíamos el mismo camino, el más largo de todos a pesar de que las nuevas obras realizadas meses antes acortaban la distancia al cementerio y hacían del camino un lugar menos accidentado y por lo tanto más seguro, pero madre rechazaba lo nuevo, lo moderno, con tanto fervor que casi rozaba lo enfermizo, y como yo no podía oponerme a sus deseos la seguía muy de cerca, pero sin llegar a invadir su zona de confort.
Siempre caminaba cinco pasos por detrás de ella, ni uno más ni uno menos, sujetando una única flor entre las manos, ni más ni menos, y nunca decíamos hola ni adiós, salvo que con quienes nos cruzásemos nos saludasen primero.
Al pie de la tumba de padre vimos a un hombre bien vestido, con la manos entrelazadas y descansando sus brazos delante de sus cadera. Me sorprendió verle, padre nunca había recibido la visita de nadie excepto la nuestra, por eso cuando me apresuré en volver a mi sitio, madre se dio la vuelta y me regaño al instante.
- Nunca pensé que padre tendría una visita, y menos una que no fuera la nuestra.
Mi madre se enfadó mucho conmigo y me llamó niña mentirosa, para después amenazarme con el estropajo de casa y el jabón de escamas, con el que que concienzudamente me lavaría la lengua por decir mentiras.
Me quedé helada, pero era cierto lo que le decía; le pedí que se volviera, y allí donde ella no veía a nadie yo vi a un hombre, acorde a la moda de nuestro siglo, con un largo sobrero de copa pero con un defecto en los ojos, pues estos estaban completamente rayados y cubiertos de una borrosa capa negra.
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