Akasha_Valentine
Regidor Vampírico
Registrado: Mié Mar 21, 2007 12:17 pm Mensajes: 4646
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Título Original: El jardín de las flores prohibidas. Autora: Akasha Valentine. Número de Páginas: ? Género: Juvenil/Terror/Romance/Fantasía/Sobrenatural. Idioma: Castellano. Volumen: Trilogía. Fecha de publicación: 16/07/2016.
Sinopsis de la obra:
En el escalón más bajo de la sociedad, los humanos son procesados como alimento y sus cuerpos son desechados en zanjas donde los "resurreccionistas" los recogen para posteriormente venderlos a las escuelas de magia negra, a través de las cuales se forman los pilares de la sociedad: "Los nigromantes", tenebrosos magos adiestrados en las artes oscuras que ofrecerán sus servicios a nobles y reyes por igual. Confinados en guetos, los humanos intentan sobrevivir como pueden, y rara vez se les permite expandir su pequeño horizonte más allá de los fríos muros que les contienen.
Ashtoreth, una joven de trece años de edad ha sido "afortunada": le han expedido un salvoconducto que le permite trabajar entre los recién inaugurados muros de la basílica Saint-Loreett. Su "nueva vida" como sirvienta le traerá demasiados quebraderos de cabeza, porque aunque ella no lo sepa, la batalla entre la oscuridad y la luz ya ha comenzado a inclinar su balanza y Ashtoreth será la llave para alcanzar el éxito, lo que será una gran desventaja para ella, pues su vida estará en constante peligro desde el primer momento.
Todos las obras aquí publicados son © Akasha Valentine 2016, y la autora es propietaria de los derechos de autor. Si ves algún relato en otra web, foro u otro medio, están cometiendo un delito, salvo que cuenten con el permiso expreso de la autora, y siempre que esté citada la fuente y la autoría.
_________________Mi novela "Cartas a mi ciudad de Nashville" disponible en la web y en blog. Todos los derechos reservados © 2014-2021.
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Akasha_Valentine
Regidor Vampírico
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Capítulo I - Sombra nocturna.
Múltiples eran los surcos que, estriados en la piedra, permitían al gélido aire invernal atravesar sus muros llegando a instaurarse placenteramente en el interior de la celda, en cuya única ventana con apariencia de arco ojival la madera combada tampoco lograba refrenar el seco aire que traspasaba los huecos expuestos, enfriando súbitamente la diminuta estancia que pocas semanas antes había sido ocupada por una joven mujer adolescente de trece años de edad llamada Ashtoreth, quien permanecía sumida en un profundo estado letárgico, ignorando casi por completo la baja temperatura que entre aquellas cuatro paredes parecía acompañarla. Aparentemente era inevitable no encontrar el momento oportuno para despertarse y echar urgentemente mano del viejo baúl carcomido por las décadas que otorgaron un intenso festín a la carcoma que entre sus rieles, telas y oscuros rincones hizo de esta envejecida pieza su hogar, la cual había sido brutalmente dañada por los constantes golpes de la vida en los múltiples viajes que había logrado realizar durante los inicios de su creación en manos de los muchos dueños que anteriormente la habían tenido entre sus pertenencias. Topar con una propietaria como Ashtoreth le ofrecía la oportunidad de una larga estancia de reposo, aunque no fuese en la habitación más apetecible que sus patas recordasen, y sin embargo era cien veces mejor aquel lugar que los cien mil viajes que a sus espaldas ya echaba. Ligero era el peso que sus patas debían soportar, ya que su ama contaba con un escueto vestuario en el que apenas había donde elegir: suficiente para un cambio de muda semanal y poco más con lo que contar.
Reinó el silencio por un instante, incluso el aire nocturno se detuvo un momento, y el aliento de Ashtoreth permaneció refrenado de manera involuntaria en el interior de sus pulmones. Las articulaciones de sus falanges se relajaron dejando de sostener las sábanas entre sus dedos, el aire no parecía poder salir de sus pulmones, y sintió una punzada de dolor que contrajo su vientre e hizo que sus propios párpados se movieran bruscamente sin llegar a abrirse. Tan pronto como su cuerpo se acostumbró a aquella extraña sensación un espeso gas de color violáceo comenzó a dispersarse en el interior de la celda, teniendo como punto de origen la parte inferior del suelo, siendo expulsado desde el centro del lecho donde ella permanecía recostada. Aquel inodoro fluido fue paulatinamente adquiriendo una apariencia casi humana, aunque distaba de serlo, pues no tenía piel, aunque sí un rostro con ojos, nariz y boca, de la cual comenzaron a brotar palabras en un lenguaje arcano, olvidado por la raza humana desde hacía varios millones de años.
El cuerpo de Ashtoreth sintió la angustiosa sensación de ahogo que le producía la falta de oxígeno en los pulmones y aún así, a pesar de que su cuerpo y su cerebro la incitaban a tomar consciencia de lo que la estaba sucediendo, no podía volver en sí ni hacer nada por recuperar las acciones de su propio cuerpo. Era como una marioneta inmóvil esperando a que alguien tirase de los hilos que, unidos a su complexión, la devolverían a la vida. Era una sensación frustrante sentirse de aquella manera, tan débil y desprotegida, siendo dominada por un ser tan enfermizo como aquella espantosa criatura.
Aquel demoníaco ser logró extender su estructura formando al final de su brazo una mano con la que logró acariciar su mentón y su mejilla izquierda. Acercó su boca, de la cual extrajo su lengua para lamer sus labios y llevarse consigo el sabor de estos. Ashtoreth sintió un pesado peso reposar sobre su inmóvil cuerpo. La situación era grave, demasiado como para no despertar, por lo que pensó que debía de hacerlo; ahora sólo tenía que concentrase en abrir los ojos, pero era mucho más fácil pensarlo que hacerlo, por lo que tuvo que echar mano de todas su fuerzas para levantar sus pesados párpados, que parecían no querer aceptar las ordenes que se les estaban inculcando.
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