Título Original: La otra mujer © 2014
Autor: Akasha Valentine.
Género: Microrrelato/Misterio.
Idioma: Castellano.
Volumen: Único.
Ilustrador: Akasha Valentine - 2014.
Corrector: José Antonio.
Editor: Akasha Valentine.
Fecha de publicación: 23/01/2014.
LA OTRA MUJER POR AKASHA VALENTINE.
Emanuel 15/09/1990. Sus ojos leyeron con detalle una y otra vez el grabado interior de la alianza y, puesto que no tenía nada mejor que hacer, se quedó embelesada mirándola con detenimiento, sosteniendo entre sus dedos el anillo que permaneció en el aire sujeto por el dedo índice y pulgar. Fue entonces, al doblar la esquina, cuando se vio sorprendida por los primeros rayos de luz artificial que provenían de los postes de iluminación con seis puntos de lámparas que se encontraban en el parque de Savannah, una zona común donde ella solía pasar muchas tardes junto a sus hijos y su marido. Se sintió extrañamente cómoda, y esa añoranza la invito a bajar la ventanilla del coche para atrapar entre sus pulmones el olor de las plantas en flor y los restos de carne pegados en las brasas de las barbacoas aún humeantes de sus vecinos. Doblaron la segunda esquina y el sonido de los fuegos artificiales le trajo gratos recuerdos de su infancia, pues había estado viviendo en la misma calle durante más de treinta y cinco años. Se apeó del vehículo en cuanto el taxista detuvo el coche delante de su casa, y se despidió de él con un “gracias y hasta pronto”. Caminó por el sendero de losas de pizarra que le condujeron hasta la puerta principal, y una vez allí sacó la llave de su bolso y abrió la puerta de su domicilio. Todas las luces estaban apagadas y se respiraba un ambiente de paz y tranquilidad. Sólo encendió una luz, la lámpara de la mesilla del recibidor, para poder subir sin caerse por las escaleras que daban a su dormitorio. Se quitó los zapatos y se los puso entre los dedos, y caminó con cierta premura sin deleitarse con el tacto de la alfombra bajo sus pies hasta que llegó a su dormitorio. No quiso encender la luz para no molestar a su marido, quien posiblemente ya estaría durmiendo, así que dejó los zapatos al pie del baúl del lecho y se inclinó sobre su propio catre para ir gateando hasta llegar a él y besarle por sorpresa. Sus manos se deslizaron entre las sábanas, pero al llegar a la cintura sintió que algo no iba bien, había algo extraño en aquel cuerpo, así que sin más tapujos lo levantó y sin saber muy bien qué veía encendió de inmediato la luz de la mesilla de noche. En su cama, en su propio lecho, en el lado donde debía de dormir su marido había otra mujer, con su mismo color de pelo, su misma cara, las mismas facciones, tan idéntica a ella que podía haber pasado por ser su hermana gemela. El único problema es que ella no tenía hermanos y aquella mujer estaba fría como el hielo y su lengua pendía de su boca tras haber sido estrangulada, pues el cordón de la cortina aún seguía estando atado a su cuello con firmeza. Se inclinó para verla más de cerca, pues era como estar mirándose a un espejo cuya imagen es mucho más fría y aterradora y cuando su aliento tocó su cara la mujer muerta le cogió de la mano y sólo dijo una palabra: Emanuel.
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